Los orígenes míticos de la cábala se remontan a los tiempos bíblicos. Una primera referencia aparece en el Zohar cuando se explica que Adán había recibido de manos del ángel Raziel un libro cargado de “sagrados secretos supremos”. Este libro pasó a Set, su hijo, y así sucesivamente a sus descendientes hasta que le llegó a Abraham.
“El Sefer Razi’el ha-malak (Libro del Ángel Raziel), también denominado “Liber Salomonis”, es una obra cabalística, escrita originalmente en hebreo y arameo, que conocemos a través de la versión latina titulada “Liber Razielis Archangeli”, cuya traducción castellana se habría realizado en la escuela de Alfonso X el Sabio. […]El libro sigue las enseñanzas transmitidas por el ángel Raziel que tratan sobre la creación y también sobre el poder de la palabra, la energía contenida en las veintidós letras del alfabeto hebreo, sus posibles combinaciones y sus significados”(1)
(1) “El Liber Razielis alfonsí en su contexto hebreo”. Ana Rosa González Sánchez
La versión mítica más popular sobre el nacimiento de la cábala se remonta al pasaje de Moisés en el Sinaí, en el “Pikei Avot” podemos leer: “Moisés recibió la Torá del Sinaí y la transmitió a Josué, y Josué a los ancianos, y los ancianos a los profetas, y los profetas la transmitieron a los hombres de la Gran Asamblea”.
La tradición rabínica considera que Moisés recibió del Sinaí la Torá Escrita y la Torá Oral. Según el judaísmo rabínico, la Torá Oral o Ley Oral representa las supuestas leyes, estatutos e interpretaciones legales que no se registraron en los Cinco Libros de Moisés, la "Torá Escrita", pero que, sin embargo, los judíos ortodoxos las consideran prescriptivas y se dan al mismo tiempo.
Algunos estudiosos defienden que la Torá Oral que recibió Moisés son los conocimientos secretos de la cábala que sólo pueden ser transmitidos de maestro a alumno y siempre de manera oral.
Esta disyuntiva, entre Torá oral y cábala, parece resolverse en el capítulo XIV del libro IV de Esdras cuando describe la recepción de la Torá en el Sinaí:
1. Al tercer día, mientras estaba bajo un árbol,
2. Una voz que venía del lado de este árbol llegó a mí, diciéndome: ¡Esdras, Esdras! Le respondí: ¡Heme aquí! Me levanté y me enderecé
3. La voz prosiguió: Me aparecí a Moisés y le hablé desde el espino, cuando mi pueblo era esclavo en Egipto.
4. Lo envié como mensajero; hice que mi pueblo saliera de Egipto, lo conduje al monte Sinaí y lo establecí cerca de mí durante mucho tiempo,
5. Le conté muchas maravillas, le expliqué el misterio de los días, le hice conocer los últimos tiempos.
6. Le di esta orden: Explica esto, esconde esto otro.
La última sentencia “Explica esto, esconde esto otro” podemos interpretarla como una diferencia entre lo público y lo secreto, es decir, entre la Torá oral y la cábala.
En la revista “La Puerta” de la editorial Obelisco, dedicada a la Cábala (1989), Carlos de Tilo recoge la opinión que Pico della Mirándola escribió en su “Apología”:
“Respecto a esta doble ley, literal y espiritual, Moisés recibió de Dios la orden de poner la primera por escrito y de comunicarla al pueblo, pero de abstenerse de escribir la segunda y confiarla exclusivamente a los Sabios cuyo número ascendía a setenta, escogido por Moisés, por orden de Dios, a fin de conservar la Ley. Moisés hizo a estos sabios la misma recomendación de no escribirla, revelándola de viva voz a sus sucesores para que éstos, a su vez, hicieran lo mismo.
Es la forma de transmitir esta ciencia por herencia, es decir, recibiéndola de un maestro lo que ha hecho que esta ciencia se denomina cábala, que significa recepción…”
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